miércoles, 1 de octubre de 2014

:: La oruga y la mariposa ::



          En una pequeña aldea situada entre dos montañas, vivía un hombre que dedicaba su vida al cuidado de los demás. El hombre llegó a la aldea hacía unos años, y desde el primer día se mostró cercano y dispuesto a ayudar a todo aquel que lo necesitase. Se había labrado una buena fama entre sus convecinos, y por todos era conocida su enorme bondad.
Pero aquel hombre no era feliz. Pensamientos y emociones negativas torturaban su mente y su corazón. Cuando acababa la jornada, y el buen samaritano se acostaba sobre el lecho intentando dormir, le asaltaban toda clase de sensaciones negativas y su mente era incapaz de conciliar el sueño.

          Cansado de esta situación, y con el alma entristecida tras tiempos de sufrimiento silencioso, el hombre decidió acudir a un maestro budista que vivía en una ermita cercana a la aldea.
Cuando llegó al pequeño templo y se encontró con el sabio, el buen samaritano se inclinó ante él como muestra de respeto.
-Veo el sufrimiento en tus ojos -dijo el maestro-. ¿Qué es lo que tanto atormenta tu espíritu?
-Maestro, desde hace tiempo sigo el camino del Buda e intento poner en práctica sus enseñanzas -contestó el hombre-. Me esfuerzo en no perjudicar a los demás y en intentar ayudarlos todo lo que puedo. Llevo una vida sencilla, sin apegos ni grandes deseos. Y a pesar de todo esto, la culpa me reconcome por dentro y no me deja vivir en paz. Hace muchos años llevé a cabo acciones terribles. Antes yo vivía en una aldea a cientos de kilómetros de distancia de esta. Mi único objetivo en la vida era satisfacer mis deseos. Bebía y me emborrachaba todas las noches. Me lanzaba a la búsqueda del placer, aunque para ello hiriese a otras personas. Robé y utilicé la violencia física contra muchos. Incluso llegué a matar a un hombre -el hombre lloraba amargamente mientras las palabras salían de su boca a duras penas-. Por todos estos crímenes estuve durante un tiempo en la cárcel. Fue allí cuando me encontré con el Dharma y tome conciencia de todos mis errores. Una vez que cumplí con mi pena, me trasladé a esta aldea y comencé una nueva vida. Aunque todo esto pasó hace mucho, todo el dolor que causé a otros oprime mi corazón y la culpa me tortura sin piedad.
          El maestro permaneció unos minutos en silencio. Después, se levantó y se dirigió hacia el exterior de la ermita caminando con solemnidad.
-Sígueme -dijo al buen samaritano.
El hombre y el maestro se adentraron en el bosquecillo que rodeaba el templo. El maestro se detuvo frente a un matorral y se agachó. El hombre que solicitaba su consejo hizo lo mismo.
-¿Ves esta mariposa azulada? -le preguntó el maestro señalando al insecto-. Hace unos meses, antes de que el invierno comenzase, esta mariposa era una oruga rechoncha y marrón que se arrastraba por el suelo en busca de alimento y cobijo. Después, cuando llegó el momento, la oruga se encerró en un capullo y permaneció en ese estado durante todo el invierno. Hace unos días, con la llegada de los primeros rayos de sol primaverales, el capullo se abrió y esta preciosa mariposa emergió de su interior. Así que dime, ¿en qué se parecen la oruga y la mariposa? Si alguien que no conociese el ciclo de vida de este insecto viera por separado a una oruga y a una mariposa, nunca diría que se trata de la misma criatura. Pero es el mismo ser, solo que transformado.
El buen samaritano miró perplejo al insecto, y después al maestro.
-Tú eres como esta mariposa -continuó diciendo el sabio-. En el pasado eras una cosa, y ahora eres otra. La persona que eras en el pasado no es la misma que la que eres ahora. Los crímenes cometidos hace años fueron cometidos por otra persona. Quien eres ahora es incapaz de cometer tales acciones. Tu verdadera naturaleza se está abriendo paso en tu interior y te está permitiendo ver quién eres realmente.
El buen hombre comenzó a sollozar, esta vez de alegría, y prometió servir al maestro durante el resto de su vida como agradecimiento por sanar su corazón.



Imagen: Alex Grichenko (http://digidreamgrafix.com/)

3 comentarios:

  1. A menudo nuestro peor enemigo se encuentra en nosotros mismos. Pero dentro de cada persona existe algo muy bello dispuesto a salir en cuanto la culpa, los pensamientos y las emociones dejan de obstruir nuestra mente.

    La naturaleza del Buda está en cada uno de nosotros y es a través de un viaje personal (donde el Dharma y la bondad se hacen tus mejores amigos) donde ese 'algo' tan bello que te decía antes... sale a la luz.

    Nunca cambies Iván: sigue dando luz a tu alrededor, como una luciérnaga en mitad de la oscuridad. Ese es tu mayor característica... y yo apenas te conozco... pero algo me dice que tengo razón. ¡Y como buen maño soy cabezón! :P

    ¡Brilla! :)

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  2. A menudo nuestro peor enemigo se encuentra en nosotros mismos. Pero dentro de cada persona existe algo muy bello dispuesto a salir en cuanto la culpa, los pensamientos y las emociones dejan de obstruir nuestra mente.

    La naturaleza del Buda está en cada uno de nosotros y es a través de un viaje personal (donde el Dharma y la bondad se hacen tus mejores amigos) donde ese 'algo' tan bello que te decía antes... sale a la luz.

    Nunca cambies Iván: sigue dando luz a tu alrededor, como una luciérnaga en mitad de la oscuridad. Ese es tu mayor característica... y yo apenas te conozco... pero algo me dice que tengo razón. ¡Y como buen maño soy cabezón! :P

    ¡Brilla! :)

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  3. Vaya, muchas gracias por tu comentario! :D
    Es muy bonito ^^

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